El triunfo de Javier Milei, repercusiones en España

Hay para todos los gustos. El ciudadano medio español (y es igual en varios países de Europa según me cuenta gente que vive allí) siente el triunfo de Milei con una mezcla de curiosidad y esperanza. Adhieren al jaque de Milei al estado omnipotente; sienten que aplasta al ciudadano, que les quita su libertad sin nada a cambio. El “viva la libertad, carajo” ha pegado fuerte. Es un grito contra el Poder Establecido (sinónimos: casta, establishment, statu quo) que se puede repetir en diversos idiomas.  Pero Milei también despierta una solidaria esperanza de cambio profundo en un país al que ven que han hundido sus dirigencias luego de estar entre los primeros del mundo hasta mediados del siglo XX.Otra cosa son los partidos políticos y los medios de comunicación. El socialismo (y los medios afines al gobierno, que son mayoría) califica el triunfo de Javier Milei con los cansadoramente reiterados “ultraderecha”, “neofascista”, etc., tal y como es normal en todos los socialismos del mundo cuando hay un resultado que no les gusta.

El Partido Popular, también previsible, saluda descafeinadamente a través de su presidente Núñez Feijóo “al pueblo argentino por una jornada electoral donde democráticamente han elegido un cambio”. No felicita a Milei, no sea cosa que dada la excelente relación entre VOX y Milei los votantes se confundan y nos den una coz como la última elección presidencial española.Y por último VOX, y los medios más enfrentados al gobierno socialista festejan el triunfo de Javier Milei. Es un acicate para sus propios enfrentamientos con el establishment (casta según Milei). Y sueñan con una línea media: Meloni, Milei y Abascal, un trío de países muy ligados afectivamente como son Italia, Argentina y España.

Pero ¿es así de simple que en España cada sector y sus medios afines ven el triunfo de Milei según su posicionamiento ideológico? Lamentablemente es así. La objetividad yace confinada en algunos escritores (Pérez Reverte, p.ej.) o algunos profesores universitarios. El resto es grieta. Choque. Sí. España ha entrado hace unos años en la grieta que nosotros queremos dejar atrás; pero visto lo visto les (y nos) va a costar todavía mucho tiempo ser una democracia plena. Y una democracia plena supone primero saber disentir y luego buscar consensos.

España perdió a partir del presidente socialista Rodríguez Zapatero aquello que había aprendido luego de una cruenta guerra civil y una larga dictadura: consensuar. La gran transformación del tér­mino consenso se produjo cuando del len­guaje de los políticos pasó al len­guaje ordinario: para los ciudada­nos, consenso significaba una for­ma diferente de entender todas las relaciones, tanto políticas co­mo sociales. No sólo en el Parla­mento o en los ayuntamientos, si­no también en la fábrica, en la empresa y hasta en la comunidad de vecinos, los problemas había que resolverlos mediante el diálo­go y la transacción. El término consenso expresaba así el espíritu de una época, la nueva cultura política de España (Virgilio Zapatero, exrector de la Universidad de Alcalá, El lenguaje de la democracia).

Los cruzados se cargaron los modos democráticos de saber disentir y consensuar, y de paso la objetividad para analizar los procesos políticos.

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