¡Quién teme a VOX?

Jiménez Losantos y VOX

La presentación del vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, de un protocolo optativo para las madres que deseaban abortar fue el detonante. La jauría de medios, comunicadores y académicos progres era previsible y esperable. Saben cómo ir todos a una. Tienen el uniforme pensamiento del hombre masa: la jefatura baja la consigna y “los compañeros” la repetirán hasta el cansancio. La debatirán en las tertulias, consultarán a supuestos idóneos, harán simposios, en fin, nos abrumarán con la esperable crítica al que se atreva salir del pensamiento único, del libreto del “buenismo políticamente correcto” dictado por el Gran Hermano de izquierdas. Hasta ahí todo previsible.

Pero ¿por qué razón reaccionaron tan violentamente algunos conocidos comunicadores que eran opositores al gobierno socialista y nunca se habían manifestado abiertamente contra VOX: Jiménez Losantos, Carlos Herrera, Ana Rosa Quintana. Entre otros. ¡Era un simple proyecto de protocolo de asistencia a la mujer que quería abortar! ¡Y voluntario! No se imponía a nadie que no lo solicitara. O sea, una propuesta aún no sancionada legalmente y que no obligaba a nadie. Pero nada. Colosal rabieta contra VOX. ¡Al suelo, que vienen los nuestros!

La pauta publicitaria es el primer bastión a defender por el establishment comunicacional.

“El Gobierno gastará 92 millones más que en 2020 en publicidad para ‘cuidar’ a los medios. La inversión en publicidad institucional será de 158 millones de euros en 2022, frente a los 123 de 2021 y los 66 de 2020” (Vozpópuli 2/2/23). ¿Y si a estos locos de VOX si llegan a ganar se les ocurre sacarnos la pauta de publicidad del gobierno y las sociedades anexas?

Pero tiene que haber algo más. Algo más que defender.  En la Italia del Mani Pulite se llamaba lottizzazione (partición), es decir se repartían el Poder según la cantidad de votos, pero ninguno de los Partidos quedaba a la intemperie. Siempre había algún banco, una embajada, alguna empresa que le tocaba a los perdedores. Hasta que fueron todos presos, políticos y empresarios.

Un ejemplo de cómo funciona el establishment en España fue el impúdico salvataje bancario que promovió el Partido Popular al quebrado diario El País. ¡El estandarte de la izquierda española salvado por un gobierno de derechas! He ahí el bipartidismo en acción. Al abrigo del cual cabíamos todos. Hoy me toca alabar al gobierno mañana censurar. Desde hace 40 años somos los mismos los que ocupamos periódicos, radio, televisión, universidades, bancos, cajas de ahorro, chiringuitos varios. Y ahora vienen estos de VOX a poner en entredicho todo.

En suma, hay muchos a quienes les va bien mientras a España le va mal. El ciudadano español está despertando de un sueño de pelotazos, hipotecas baratas, puros y goles. De “qué bueno es ser europeo” mientras la Unión Europea se iba transformando en una burocracia cara e ineficiente. Despertando de cuarenta años de un sueño de primer mundo que en los últimos tiempos fue mutando a pesadilla. Pesadilla de pobreza creciente, pateras desesperadas y peligro en las calles.

Todo eso es lo que tocó VOX con un simple protocolo no obligatorio de un gobierno regional. Tocó un nervio casi imperceptible: el instinto de conservación del Poder establecido. A izquierda y derecha.

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