La pragmática lingüística, Graciela Reyes, Ed.Montesinos

SÍNTESIS DEL LIBRO

Vamos creando el lenguaje y el lenguaje a su vez, nos va creando, somos lo que hablamos y nos hablan y también lo que nos hablamos a nosotros mismos. Somos prisioneros libres, creadores creados, dueños esclavizados de nuestra capacidad lingüistica. El significado que se produce al usarse el lenguaje es mucho más que el contenido de las proposiciones  enunciadas. Gesto, postura, tono de voz, entonación, longitud de las pausas, frases cortadas, todo significa. El silencio también produce significado  porque es un hecho lingüistico, en la medida en que consiste  en  no decir -omitir, ocultar- o en dar algo por ya dicho -dar a entender-, presuponer.

Los significados que producimos al hablar/no hablar son de muy diversa naturaleza, pero todos tienden a modificar una situación. Se ha dicho que comunicarse es reclamar la atención  de alguien, dándole información que tenga “relevancia”, es decir interés o pertinencia. Tal información, si llega – si el acto se cumple, si es un acto de habla afortunado- modificará el mundo del destinatario, e incluso su conducta. Lo comunicado puede afectar también al que comunica: nos afecta lo que oímos pero también lo que decimos, ya que al expresarnos moldeamos nuestra realidad y reflexionamos sobre nuestras propias experiencias.
La falta de lenguaje (que se manifiesta por ej. en el silencio, en los falsos comienzos, las interrupciones, las torpezas, las hesitaciones e inclusos las confesiones de impotencia comunicativa) sigue siendo lenguaje, es parte de su uso, en una dimensión puramente afectiva, expresiva, tan importante como la función  representativa que hace del lenguaje, en la visión tradicional, el vehículo óptimo del pensamiento.Si hablar es hacer, como dicen los filósofos del lenguaje, la correspondencia entre como lo decimos y como lo hacemos debiera ser sistemática y previsible. Sin embargo suele haber discrepancia entre ambos términos.

Implicatura: son provocadas por las palabras pero no están en las palabras mismas: “marido y mujer en una fiesta y ella le pregunta, sabés que hora es? El responde: si, es tardísimo ya nos vamos”. Ella sólo había preguntado la hora. Turista con una guía en la mano: “Sr. Ud. sabe donde hay un correo?”. Hablar es siempre hacer algo, porque  el lenguaje es un comportamiento social (aunque se lo pueda estudiar como un sistema de signos o como un sistema de conocimientos aislándolo de su uso).

 Se pueden distinguir tres  dimensiones  de la comunicación lingüistica: lo que decimos, lo que queremos decir  y lo que decimos sin querer.

 Comunicarse es lograr que el interlocutor reconozca nuestra intención.La implicatura es una dimensión pragmática del significado: no forma parte del sentido literal  de un enunciado, sino que se produce por la combinación del sentido literal y el contexto. Los hablantes no sólo descodifican oraciones  sino que infieren el sentido y la fuerza de los enunciados en que aparecen las oraciones.

 Estructura de la conversaión: Cuatro máximas del principio de colaboración o cooperación:

de cantidad: información suficiente, ni mas ni más ni menos.

de cualidad: que su contribución sea verdad.

-de relación: ser relevante; no diga lo que no hace al caso.

de manera: sea claro.

Hacer juegos de palabras, hablar irónicamente, manipular sonidos en lugar de sentidos, escribir poemas, inventar diálogos posibles y en general no “hablar en serio” son actividades que parecen desafiar las normas de cooperación lingüistica, pero que realmente las presuponen y refuerzan.El autor sigue las mismas reglas del principio de cooperación cuando escribe un cuento que cuando escribe una carta a su editor, pero al escribir literatura  presupone las reglas mediante algo parecido a guiñar un ojo, como hacemos todos cuando no hablamos en serio y queremos que se note. La situación que llamamos literaria impone un tipo de contrato comunicativo donde al autor le  está permitido burlarse de las máximas del mismo modo que está permitido a todos en ciertos casos  p.ej. cuando somos irónicos.

En cuanto a las relaciones de poder el principio de colaboración  supone que los participantes en la conversación están en pié de igualdad, cuando es muy frecuente que un individuo o un grupo legislen sobre lo que es relevante y lo que no lo es, sobre la cantidad de información necesaria y sobre quién puede hablar y quién tiene  que callarse. No son las máximas enunciadas sino los intereses en juego los que determinan este tipo de conversaciones. Lo mismo puede decirse de la publicidad y de muchos otros intercambios donde los locutores más que colaborar entre sí tratan de intimidar, confundir o imponer sus ideas sin respetar las reglas regulativas de la conversación.

El imperfecto es el tiempo de la fascinación, de la ensoñación. Venía, llegaba.

“Porque te quiero mucho- dijo Ludmilla, y por una de esas astucias del idioma el mucho le quitaba casi toda la fuerza al te quiero. (J.Cortázar, Libro de Manuel).

La ironía caricaturiza usos del lenguaje, es un ejercicio sobre  el lenguaje y su eficiencia; en suma exhibimos el uso del lenguaje. Y exhibir el uso el lenguaje es hacer literatura.  Esa distancia, marcada a propósito (por medio de tonos de voz, de tópicos, en la conversación o por medio de las convenciones retóricas de la literatura) permite afirmar que ni el hablante irónico ni el autor literario hablan en serio, porque hablan con MASCARAS. Pero sí hablan en serio  en sentido más profundo: nos ofrecen una reflexión sobre la realidad, y esa reflexión, al valerse de una polifonía  que debe ser explícita, es por fuerza un análisis del lenguaje con  que analizamos día tras día, la realidad.