El peronismo y el país: dos fracasos paralelos

Pocas veces un movimiento político, el peronismo, ha ofrecido tanta dificultad para su comprensión y estudio.En los últimos tiempos hay una profusión de estudios –nacionales y extranjeros– que tratan de descifrar el enigma de este peronismo, fascinante y extraño, que actúa en un país aún más extraño. Un peronismo vilipendiado, denigrado como no se veía desde los años de la Revolución Libertadora. Denigrados no los dirigentes que actuaron en nombre del peronismo y que contribuyeron a desprestigiarlo como lo fueron el menemismo y el kirchnerismo. No. El blanco es Perón, Eva Perón, el peronismo original, que fue precisamente el mejor dentro de su larga historia.

Todo esto en un país que pareciera que conspira contra sus propias posibilidades. Y un peronismo que siempre genera nuevas expectativas, muchas veces al poco tiempo o inmediatamente después de algún fracaso.Iniciamos  esta recorrida –y es si no es mucho pedir solicito que el lector me  siga hasta el final– por el movimiento político más fascinante, contradictorio y vital que ha tenido el país en toda su existencia. Y si no es mucho decir de América Latina. Para intentar una defensa del peronismo quizá sean ventajas estar lejos (lo que permite ver en perspectiva) y conocerlo desde Espero que el lector pueda apreciar que el libro está escrito, además de las pruebas que traigo, con “apasionada objetividad”.

Intentaremos probar –y es en cierta medida el eje central de este libro– que el destino incierto que siguió el peronismo golpeado  por los golpes de Estado de 1955 y 1976 signó también el destino del país, un país  “siempre promesa”, siempre empezando pero nunca concretando ningún proceso de desarrollo sostenido. El enigma del pero- nismo inconcluso corre paralelo al otro enigma: un país sin terminar, un país inacabado. Y que quizá ambas frustraciones –la del país y la del peronismo– no sean más que una sola y única frustración nacional. O como dice el escritor mexicano Carlos Fuentes (cuando la muerte de Tomás Eloy Martínez): un país latinoamericano autoengañado, que se imaginó europeo, racional, civilizado y un día amaneció sin ilusiones, tan latinoamericano como México o Venezuela, tan brutalmente salvaje como sus dictadores militares, tan brutalmente corrupto como sus políticos, tan ciego como todos ante las poblaciones de la miseria que fueron bajando hasta las avenidas porteñas, donde hoy recogen basura a la medianoche para comer. La riqueza de la cultura argentina contrasta con la pobreza de su vida política y económica, tal es el enigma de esa gran nación. (diario Clarín, 7/2/2010).

Pero en esto del autoengaño que tan bien percibe Fuentes hay que hacer una parada. La mayor parte de los argentinos, en especial de la clase media, son reacios a reconocer que somos un país fallido, un país que desperdició todas y cada una de las oportunidades que tuvo en los últimos 40 o 50 años. Generaciones enteras recuperarán jamás el tiempo perdido frente a otros países en la revolución política, social y económica que supondrá Internet y  el advenimiento del ciber ciudadano.

¿Cuándo se inició este proceso de caída libre?, si es que tiene un inicio más o menos preciso. Y qué tiene que ver el peronismo en este proceso de irreversible decadencia nacional es lo que  propone investigar  este libro. Lo cierto es que los argentinos vimos pasar de largo el tren  del Estado de Bienestar, un Estado de Bienestar que luego de dos guerras mundiales integró y desarrolló durante 50 años a países europeos destruidos por la contienda. Perdimos también el tren del boom de los recursos naturales: granos, carnes, energía barata, ingentes recursos humanos (que criminalmente dejábamos emigrar del país. Cuando no los expulsábamos). Y estamos a punto de dejar pasar la era de la globalización, la biotecnología. O la era de Internet. Los millones de chicos   argentinos por debajo de la línea de pobreza no alcanzarán jamás a los chicos del mundo desarrollado. Los condenamos a un papel marginal en el futuro de la humanidad.