Magma: Sustancia espesa que permanece después de exprimir las partes más fluidas.
¡Vaya si la dirigencia actual a exprimido el fluido vivificante que tenía el primer peronista!
Lábil: Poco estable que se transforma fácilmente. Pasamos sin sonrojarnos de “las relaciones carnales” con EEUU al coqueteo con los exgerrilleros montoneros y erp. Lo que viene luego del cruento golpe de Estado de Videla y cía. es un peronismo difuso, contradictorio, y que en más de una ocasión ha perdido el rumbo de lo que fue su impronta original. Luego de los golpes de estado de 1955 y 1976 (en ambos gobernaba el peronismo), y de la debacle electoral de 1983 (similar a la del 2015), se imponía una reflexión profunda de los dirigentes peronistas para saber, como dice el tango, “qué rumbo hay que tomar”.
Teníamos entonces -como ahora- dos desafíos urgentes:
- a) transformar un movimiento inorgánico y lábil, estructura movimientista que se justificaba en vida y con el liderazgo de Perón, en un partido moderno, democrático y horizontal, previsible y
- b) reformular los grandes objetivos del peronismo que habían sido imponer el Estado de Bienestar en sus trece años de gobierno (se incluyen los tres años de gobierno militar 1943/1946 influido por Perón).
Fracasamos en ambos intentos. Y de ahí fuimos a los tumbos. Hasta ahora. Aunque ganáramos elecciones. Hoy hay un gran cuestionamiento de muchos sectores no solo a los dirigentes actuales sino al peronismo, a todo el peronismo, incluido al de los primeros tiempos, y como nunca se vuelve a un antiperonismo cerril, que nos señala como el culpable de todos los males. Es cierto que tenemos que hacer crítica y autocrítica de nuestra actuación de los últimos años. Por eso es mejor que lo hagamos nosotros antes que la hagan los demás, que si bien tienen todo el derecho de juzgarnos a veces ignoran la genesis de los problemas. Los dirigentes peronistas no podemos, ni debemos, hacernos los distraídos con el 30% de nuestra población inmersa en la pobreza o indigencia. Entretenidos en los juegos del poder olvidamos para qué fuimos creados:
No olvidemos que aquello que no se legisla explícita y taxativamente a favor del débil, queda legislado implícitamente a favor del poderoso. No es el poderoso quien necesita amparo legal. El tiene su ley en su propia fuerza. (Scalabrini Ortiz)
Es que leemos tan poco la historia de nuestros fundadores Por eso hablamos de reconstruir y no de renovar al peronismo. Porque si hay que transformar nuestra actual estructura pseudo legal del PJ oficial y tenemos que redefinir nuestras banderas, eso equivale a refundar o reconstruir el peronismo.
Por eso proponemos tres pasos para evitar la atomización definitiva, o la division en innúmeros peronismos en ciernes o simplemente que la gente deje de votarnos y dejar de ser alternativa de gobierno creíble:
-crítica y autocrítica de nuestros errores
-depuración de padrones y reafiliación conservando los viejos afiliados su antigüedad
-elecciones internas en todo el país para elegir autoridades partidarias
(Los dos últimos reafiliación y elecciones internar controlados por la autoridad judicial electoral; por aquello de Perón: el hombre es bueno pero si se lo controla es major…).
Lo primero que no hicimos: contar con un Partido democrático, horizontal, previsible. Se lo intentó con la Renovación (1983/1987) que encabezaron Antonio Cafiero y Eduardo Duhalde. Pero –como decía Castiñeira de Dios, un conocido poeta peronista- “no cuajó”. La Renovación se quedó a mitad camino y hoy puede decirse que el peronismo no es ni un Movimiento, como en vida del líder y creador del movimiento, Juan Perón, ni un Partido político tradicional. Eso lo primero.
El Partido politico en las democracias occidentales tiene como mision:
-seleccionar los candidatos que el Partido propone para cargos públicos del Estado cuando le toca gobernar.
-fijar el programa de gobierno a través de sus órganos deliberativos: el Congreso partidario; lo que Evita los bandazos ideológicos que pegó el Justicialismo con los gobiernos de Menem y Kirchner.
-juzgar la conducta de sus afiliados a través de denuncias de los propios afiliados y a través de un Tribunal de Disciplina
La Organización vence al tiempo, nos había alertado Perón y como dice irónicamente un escritor peronista, “el tiempo nos ganó por goleada”. Los movimientos gregarios mueren con su conductor, nos había dicho Perón, y si no se reemplaza esta conducción personal y carismática por una nueva, colectiva y democrática, la organización está destinada a morir con su conductor. Nos lo había dicho. Pero leemos tan poco a Perón… Y menos lo seguimos. Toda organización lleva la impronta de su fundación y de sus fundadores. Creo que Perón siempre tuvo en mente la formación movimientista por sobre la partidocrática. Pero eso fue útil mientras vivió Perón. Luego había que cambiar. Lo pedía el propio Perón: “Desde que caímos en 1955 he pensado en tratar de institucionalizar el Movimiento hasta ahora absolutamente gregario, en una verdadera institución política, que no solamente se ocupe de la lucha política, sino también de la cultura política que nuestro país necesita” (Mensaje a los gobernadores de provincias, pronunciado el 2 de agosto de 1973 en la residencia presidencial de Olivos).
Los sindicatos fueron el eje sobre el cual se resistía a las dictaduras antiperonistas, y se organizaba el Movimiento y aún después de 1955 los sindicatos siguieron adhiriendo al peronismo. Después del golpe, el Movimiento siguió vivo en los sindicatos que siguieron siendo leales y pese a todos los intentos de destrucción, siguieron siendo peronistas. Luego del 55 los peronistas operaban en miles de redes clandestinas barriales o “grupos de trabajo”; así fue como la actividad política se estructuró en forma de movimiento poco menos que despreciando la forma partidocrática.
Pero después de la muerte de Perón y del golpe de 1976 y con la vuelta a la democracia el peronismo tuvo el desafío de pensar con qué organización partidaria enfrentar los nuevos tiempos que, entre otras cosas, había traído la primera derrota en elecciones nacionales en la historia moderna (1983). Surgió entonces una fuerte corriente renovadora que durante cuatro años (1983/1987) bregó por un cambio profundo en el Movimiento Justicialista en especial con la implantación de elecciones internas directas para elegir candidatos electivos y para discernir la propia conducción del Partido así como contar con órganos de contralor de los funcionarios peronistas, tribunal de disciplina, etc.
La Renovación tenía como objetivo establecer un régimen partidario interno estable basado en el modelo de los partidos de masas europeos; pero no se logró y en la práctica la organización del PJ nunca asimiló su realidad a los nuevos estatutos. Y muchos renovadores no se esforzaron demasiado en cambiar el modo de funcionamiento del PJ. Tampoco establecieron una relación clara y productiva con los sindicatos. Afirma Levinzky en su libro que según Chumbita el desplazamiento de la influencia sindical causado por los renovadores “fue demasiado lejos y se lo realizó sin construir canales alternativos de comunicación con los trabajadores. En su afán de echar a los matones, echaron también a los sindicalistas; al remover a la vieja guardia, excluyeron virtualmente a todo el movimiento obrero”. Según el sindicalista (fallecido) Roberto García: “No nos dimos cuenta que podíamos (se refería al sindicalismo en general) perder el enorme poder que habíamos tenido durante tanto tiempo. Así no nos preocupamos de crear nada que asegurase nuestra participa- ción futura como había sido el tercio y la participación sindical en el peronismo”.
La Renovación aprovechó, eso sí, su nueva autonomía respecto de los sindicatos para reformular su imagen y estrategia electoral; empezaron a usarse el marketing político, la televisión, las encuestas, la propaganda en medios masivos de comunicación. Ese lavado de cara no fue acompañado por un cambio ideológico ni organizativo del PJ. Sirvió para ganar elecciones pero trajo otros problemas desconocidos hasta entonces como la ligazón entre política y negocios o la confusión entre actividad pública y negocios privados. Trajo, recordemos aquello de “sin plata no se puede hacer política”.Asimismo las elecciones intenas que fueron reguladas durante el período conducido por la Renovación, fueron muchas veces ignoradas y reemplazadas por “listas de unidad” impuestas por los jefes partidarios.
En los 25 años posteriores a la muerte de Perón y más de una década después del proceso de la Renovación, la conducción partidaria nunca cambió sus dirigentes por medios estables y rutinarios. Rutinarios o estables quiere decir por medios propios y previstos en los Estatutos del Partido (vencimiento del mandato, por renuncias, etc.). El cambio de autoridades partidarias dependió de otras circunstancias como el cambiode gobierno o de jefe en la conducción.-