Artículos míos

Unión Europea, UN. OEA, Banco Mundial: el fin de los organismos internacionales supranacionales.

Ni la UN, ni la OEA, ni todos los organismos juntos que supuestamente defienden los Derechos Humanos pudieron lograr que el sátrapa Maduro (y la cúpula corrupta militar que lo sustenta) dejara entrar ayuda humanitaria en alimentos y medicamentos que evitarían la muerte masiva de ciudadanos indefensos  venezolanos.

El Brexit y el espectáculo indecoroso sufrido por los ingleses por la falta de acuerdo entre los políticos británicos, de un lado y la burocracia de la Unión Europea del otro son otro prueba del desprestigio creciente de la clase política mundial y, por otra parte, del fin anunciado de las organizaciones supranacionales como la UE, la UN, la OEA, el Banco Mundial, etc.

La matanza en Siria con la huida masiva de familias enteras de ciudadanos indefensos era más un espectáculo televisivo que una cuestión que a los organismos internacionales les preocupara demasiado.

Hay un cuestionamiento generalizado del accionar de organismos internacionales, muchos de ellos nacidos luego de la 2da. Guerra mundial y que hoy son anacrónicos. Que obedecían, por tanto, a otras necesidades y a otras épocas. Todas o la mayoría de ellas fueron creadas teniendo en la mira la posguerra y ¡nada menos! que la división del mundo en dos bloques antagónicos. La UN (Naciones Unidas) fue creada en 1945 y la OEA (Organización de Estados Americanos) en 1948. Plena posguerra. Y plena división del mundo en dos bloques liderados por EEUU y Rusia respectivamente. Tan importante como la UN y la OEA son los acuerdos de Bretton Woods . Son las resoluciones de la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas, realizada en el complejo hotelero de Bretton Woods, (Nueva Hampshire, Estados Unidos), entre el 1 y el 22 de julio de 1944.

Allí fue donde se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados del mundo. Bretton Woods trató de poner fin al proteccionismo del período 1914-1945, que se había iniciado en 1914 con la Primera Guerra Mundial. Se consideraba que para llegar a la paz tenía debía existir una política librecambista, donde se establecerían las relaciones con el exterior.

El principal objetivo del sistema de Bretton Woods fue poner en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional y dar estabilidad a las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con tipo de cambio sólido y estable fundado en el dominio del dólar. Hoy la nueva moneda de Internet (el Bitcoin) y un nuevo orden económico mundial (empresas de Internet) están poniendo en discusión el sistema monetario que dura desde los acuerdos de 1944.

En los acuerdos también se decidió la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, usando el dólar como moneda de referencia internacional. Dichas organizaciones empezaron a funcionar en 1946. Todas estas instituciones y resoluciones, que pudieran ser imprescindibles para la reconstrucción luego de la 2da. Guerra mundial, han quedado anacrónicas.

La Unión Europea que ha sido una gran creación de los estados europeos también está cuestionada por su burocracia enquistada en Bruselas. En las últimas elecciones de diversos países europeos muchos de los candidatos (Le Pen, Melenchón en Francia, Podemos en España, Syriza en Grecia, Orban en Polonia, Salvini en Italia, Hungría, etc.) planteaban abandonar la UE como ya lo había decidido la mayoría de ciudadanos de Gran Bretaña con el Brexit. O al menos modificar y reducir la burocracia enquistada en Bruselas y recuperar la soberanía que los estados han estado cediendo a la UE los últimos años.

La cuestión es: o se reformulan todos estos organismos internacionales  o lentamente irán languideciendo porque el ciudadano ya  no soporta sobre su cabeza pluri estados que lo único que hacen es agobiarlo a impuestos y a normas dictadas por burocracias a miles de kilómetros y que modifican, arbitrariamente,  su vida cotidiana. El ciudadano europeo tiene sobre sí: el estado municipal, el estado provincial, el estado nacional y el estado plurinacional (la UE). ¡Demasiado peso burocrático!

Y más, mucho más, cuando se avecina el advenimiento del ciberciudadano que a través de Internet hará desde sus trámites municipales hasta participar en la vida pública y emitir su voto. Todas estas instituciones han cumplido, algunas más que otras, con su misión. Pero ésta es otra época. Otro “modo de hacer las cosas.

https://www.actuall.com/vox-y-la-batalla-cultural-contra-el-postmarxismo-por-norberto-zingoni/Actuall –  11/04/2019

El comunismo fue derrotado en los aspectos político, militar y económico desde la caída del muro. Pero no en el terreno cultural. Los intelectuales marxistas, en lugar de arrepentirse por haber validado las dictaduras comunistas durante sesenta años, tuvieron la habilidad de reciclarse; y copar con esos caballos de Troya (posmodernismo, deconstrucción del lenguaje y lucha contra el hombre blanco heterosexual que oprime a las mujeres) el pensamiento occidental.

Ya no era una lucha de ricos contra pobres (lucha de clases) ahora sería poderosos contra débiles, por ejemplo las mujeres dominadas por el patriarcado encarnado en el hombre blanco heterosexual. Y todo comenzó a partir del pensamiento de marxistas como Lyotard, Derrida y otros. El filósofo canadiense Lou Marinoff relata cómo segregan en Canadá y los E.E.U.U a los intelectuales que no pertenecen a “la secta” (El ABC de la Felicidad, Mas Platón y menos Prozac).

La ideología de género es quizá la que más ha calado en la opinión pública española y mundial.

Hay todo un andamiaje cultural y mediático que  ha copado, en distintas partes del mundo, universidades, televisiones, periódicos, etc. Un proyecto cultural que había inspirado y promovido (muchas veces sin que los idiotas útiles o los “políticamente correctos” de los medios lo adviertan) por un marxismo residual encarnado en el posmodernismo, la ideología de género y la destrucción del lenguaje. O lo que es lo mismo: un proyecto de inspiración neo marxista que intenta destruir la moral cristiana, la familia y el lenguaje.

La ideología de género es quizá la que más ha calado en la opinión pública española y mundial. Según la teoría del feminismo radical el género se puede cambiar sin importar el sexo. Como el género es una construcción social ellos concluyen que -como cualquier construcción social-  se puede cambiar el sexo o ignorarlo o rechazar la biología.

El feminismo radical sostiene que es la cultura, el género y no la biología o la naturaleza lo que determina ser mujer u hombre.

Por eso creo que más allá de la derogación total o parcial de una ley de ese tipo como la que rige a nivel nacional o en Andalucía hay que crear un movimiento de opinión que ataque las raíces más profundas de la ideología de género. Y enmarcarla en sus verdaderas raíces: el marxismo residual. Y lo mismo con el lenguaje. ¿O creen que es inocente eso de todas y todos y todes, y toda esas chorradas de deformar el lenguaje. Este intento de destruir el lenguaje, la familia y la moral cristiana arrancó en Francia e inundó las universidades de los E.E.U.U. y Canadá. Y de ahí a todo Occidente. No es casual que las universidades de España y Argentina, por ejemplo, estén en manos de gente de izquierda. Con chiringuitos varios y premios entre ellos, como se ha visto recientemente con los másteres regalados.

Pero el escozor español provocado por VOX en los partidos tradicionales y/o de izquierda no es más que una réplica de un terremoto más profundo y duradero que  está conmoviendo otras zonas del mundo: hay un profundo cambio en las relaciones de poder. Hay un voto libre y anti establishment del ciudadano de a pie. Cambio que se niegan a reconocer muchos partidos políticos (sean de izquierdas o derecha o partidos clientelares), más los analistas internacionales y más la mayoría de los medios. Y VOX y todos los otros casos que mencionaremos a continuación se enmarcan en esa tendencia mundial.

El Brexit, por ejemplo,  sorprendió a muchos de estos “forjadores de opinión”. Nadie esperaba que una mayoría de ingleses votara ¡nada menos! que salirse de la Unión Europea. Pocos percibieron el cansancio y el rechazo que se incubaban en la Inglaterra profunda a las políticas de la UE, en especial las financieras y migratorias.

El temblor se repitió en  Colombia. El colombiano de a pie miraba azorado cómo su  gobierno firmaba un acuerdo de paz con las FARC, acuerdo que legalizaba a terroristas que hasta ayer estaban matando a sus paisanos y los autorizaba a ser diputados, senadores, etc. Y la mayoría votó ‘No’ al Acuerdo. Pese a que enfrente (todos vestiditos de guayaberas blancas, impecables) habían desfilado a favor del ‘Sí’ desde el vicepresidente de los E.E.U.U. hasta la UE y el Vaticano. Y todos los medios internacionales. El establishment en pleno. Y tenían razón los ciudadanos en votar ‘No” a la vista del atentado terrorista de quienes iban a dejar las armas de hace pocos días que costó la vida de muchos de esos ciudadanos que advertían a los “políticamente correctos” lo que iba a pasar.

Ninguna prueba, ningún argumento racional. Solo etiquetas. Etiquetas e injurias que no conmovieron al ciudadano de a pie  que ya estaba dispuesto a elegir, sin influencias

Y lo mismo pasó en Italia con el triunfo de La Liga Norte y Cinco Estrellas. Y con Macron (más allá de su ideología errática) que organizó un partido en un año y triunfó en las elecciones francesas. O Hungría, que se niega, entre otras cosas,  a aceptar el cupo de inmigrantes que la burocracia de la UE asigna arbitrariamente a cada país. Y cuyo presidente Víktor Orban lleva ya cuatro períodos votado mayoritariamente  promoviendo una política independiente de los dictados de la UE. Y amenazando con otro Brexit húngaro. O Polonia.

Y mientras este inédito y revolucionario proceso está en marcha ¿cómo reaccionaban  los partidos de izquierda, extrema izquierda o los grandes medios o los cultores de lo “políticamente correcto”?: ¡Que se viene la ultraderecha!, ¡Que se vienen los  racistas, xenófobos, machistas, nazis, antidemocráticos, vejadores de mujeres, colaboradores con la dictadura! Ninguna prueba, ningún argumento racional. Solo etiquetas. Etiquetas e injurias que no conmovieron al ciudadano de a pie que ya estaba dispuesto a elegir, sin influencias, y que votaba, en general, contra el poder establecido.

Y estábamos en medio del terremoto cuando apareció Trump. Todo el establishment (los grandes periódicos, los grandes empresarios y bancos, los medios nacionales e internacionales de renombre, etc.) estaba abiertamente con Hillary Clinton. Pero acá también el ciudadano de la América profunda hizo saltar las quinielas. Y les dijo con su voto: no más carreras amañadas con el resultado puesto. No más gato por liebre.

Y luego vino Bolsonaro, ¡las cosas que no se dijeron de él! (¿Será el preanuncio de otros Bolsonaros en América Latina como está ocurriendo en la sufriente Venezuela?).

Si no se entiende que estamos en medio de una nueva época  de cambio en el poder no se entenderá el porqué de la conmoción de Vox en España y el porqué de este indetenible proceso

Qué está pasando entonces. Que el ciudadano está reasumiendo la soberanía que había delegado en partidos políticos o en organizaciones de poder. “Nada sin mi consentimiento” pudiera ser la consigna del nuevo tiempo. Apoyándose en las redes y en Internet ha descubierto su voz. Una voz del hombre aislado pero en red e interactuando con otros millones de hombres aislados; que pueden participar y decidir en cuestiones sociales o políticas y hasta judiciales (HazteOir.org, CitizenGO, Change.org., Amicus Curiae, etc.). O que a través de la consulta popular, o la revocación de mandatos o el presupuesto participativo pueden participar en política. Sin que los lleven en ómnibus a ningún acto partidario. Ni que les digan a quién tienen que votar.

Todos estos casos tienen lo que los antiguos salmantinos españoles denominaban “legitimidad de origen”. Todos  estos nuevos líderes han sido votados mayoritariamente. Ahora bien, es probable que alguno de los elegidos  lo hagan mal, que se equivoquen en su gestión o que no comprendan porqué y para qué fueron elegidos. La vulneración de esa “legitimidad de ejercicio”, es decir gobernar mal es lo que provocará un seguro cambio en el voto.

Para terminar: si no se entiende que estamos en medio de una nueva época  de cambio en el poder no se entenderá el porqué de la conmoción de Vox en España y el porqué de este indetenible proceso.

Por eso debemos asumir que es esta una carrera de largo aliento y no un round para ganar o perder por KO como afortunadamente han comprendido los dirigentes de VOX en la reciente investidura en Andalucía.

Argentina: Siempre promesa (del próximo libro del autor: Argentina, un largo viaje hacia la nada.

Introducción

Hay viajes alegres, otros despreocupados, otros por trabajo. Este viaje por la historia reciente de nuestro país es imprescindible para seguir. O mejor: para no seguir a tontas y a locas sin saber de dónde venimos y adónde vamos.  Es un viaje al país que no fue. Pasando por un peronismo que tampoco fue. Una caricatura ronda el poder sin darse cuenta que su tiempo ya pasó. Y lo desaprovecharon dirigentes peronistas mediocres e inescrupulosos que lograron que hoy decir peronista es casi una mala palabra. Pero ello, los dirigentes actuales, siguen, y siguen con sus roscas, sus maniobras electorales, su ambición de poder. Si hubo dos dirigentes peronistas enfermos de poder (el segundo poder y dinero) que llegaron ¡nada menos! a la presidencia de la nación fueron Menem y Kirchner.

Un país, el nuestro, que pudo crecer y desarrollarse ¡tantas veces! y  ¡tantas veces! volvió al punto de partida. Vamos a recorrer varias estaciones. Trataremos de mostrar a nuestros hijos y nietos qué pasó, cómo pasó. Y en especial cómo y en qué nos equivocamos. Todos. Gobernantes y gobernados. A ellos, a los jóvenes, está dedicado este libro. Ya los mayores poco y nada podemos hacer. Hemos fracasado en aquello de dejar a nuestros descendientes un país mejor del que encontramos. Estas fotos ajadas del viaje hacia la nada de dos o tres generaciones de argentinos se las mostraremos con la esperanza de que ellos no cometan los mismos errores nuestros. ¿Cómo los ayudaríamos a evitarlos? RECORDÁNDOLOS. Analizándolos. Sin trampas ni autojustificaciones.  En los procesos de cambio, la memoria y las tradiciones históricas juegan un papel fundamental, bien como referencias positivas evocando acontecimientos gloriosos, o instituciones que funcionaron bien en el pasado, o bien como referencias negativas evocando hechos vergonzosos, fantasmas de destrucción, o instituciones que fracasaron estrepitosamente y que indican que deben evitarse, (Paloma Aguilar Fernández,  Memoria y olvido de la guerra civil española. Madrid. Ed. Alianza. 1996). Cuentan que durante la Transición española de la dictadura de Franco (y la guerra civil) a la democracia y mientras se redactaba la Constitución de 1978 -que todavía los rige- viejos enemigos, temerosos de volver a los enfrentamientos  de la guerra civil se sentaban a la mesa buscando acuerdos que permitieran al país dejar atrás una guerra fratricida. Y lo lograron. Y España tuvo 40 años de desarrollo continuo. Fue una generación de dirigentes que decidieron dejar el pasado tenebroso atrás, una guerra civil que desangró el país. Y lo consiguieron. Pero con un elemento imprescindible: cada acuerdo de los dirigentes era puesto a consideración del pueblo español mediante referéndum o plebiscito. Así la ley de Partidos políticos (prohibidos durante  40 años), la legalización del Partido Comunista o la Constitución de 1978 fueron refrendadas por el voto mayoritario del  ciudadano español. Por eso yerra el presidente Macri cuando, asesorado por marquetinianos electorales, renuncia a plantear los graves problemas que asolaron (y están asolando) a este y a cualquier otro gobierno salvo que se convoque a una voluntad nacional que quiera dejar el pasado atrás. Pero luego de comprenderlo.

Argentina: Siempre promesa

Nosotros, en cambio estamos iempre empezando; quizá por eso no podemos dejar de ser promesas. Don José Ortega y Gasset volvió a la Argentina en 1928 y a través de dos ensayos, La Pampa… Promesas y El hombre a la defensiva, quiso descender a las profundidades del alma argentina. En el primer ensayo, Ortega refleja su sentirse invadido por la extensión pampeana mientras viaja en tren camino de Mendoza. Advierte que la Pampa se mira comenzando por su confín, por su órgano de promesas, y concluye que acaso lo esencial de la vida argentina es eso, ser promesa. Vio antes – mucho antes- lo que iba a pasar con aquella Argentina promitente: que se iba aquedar en promesa. Y para la misma época, quizá como vislumbrando lo que iba a pasar, Eduardo Mallea dijo a aquello de: Argentina, una pasión inútil.  La Pampa promete, promete y promete, es pura abundancia que hace que nadie viva donde está sino en la lejanía, delante de sí mismo. Pero cuando las promesas no se cumplen, queda el hombre argentino inerte e inerme. Sin armas, y lo peor, sin alma. Así entonces, el alma criolla se llena de promesas y sufre de un descontento radical. El criollo, remarca Ortega, no asiste a su vida efectiva, sino que se la pasa fuera de sí, instalado en la otra, en la vida prometida, y es por eso que en el argentino predomina, como acaso en ningún otro hombre, esa sensación de una vida evaporada sin que sea advertida.Es lo que sentimos los que pertenecimos a la generación de los 70’. Nosotros vimos pasar nuestra vida entre golpes de estado, locos del poder, demagogos que “van por todo”, o inútiles que no saben para que llegan al poder.

Con ese horizonte de promesas vanas empezamos este viaje en tren. Un viaje al país que no fue. Pasando por una parada en una de las estaciones más importantes de este viaje: el peronismo (que tampoco  fue).¿Cómo se pudieron cometer en la gestión pública tantos errores y desatinos? Cómo se pudieron creer tantos macanazos de hipócritas y mentirosos que accedían, las más de las veces, de casualidad al poder? ¿No será la hora de cambiar el rumbo del barco nacional? ¿Y cambiar –de paso- a todos los oficiales?

Aquellos vientos que vamos a transitar en este viaje trajeron estos lodos. Y esos malos vientos nos llevaron –—creyéndonos grandes navegadores— hacia los acantilados. ¿Seremos capaces de salir del país trucho, empobrecido, saqueado, para ir hacia un paisito vivible, justo, previsible? ¿O seguiremos festejando las pioladas argentinas, los disparates y las derrotas (recordar  la crisis de los cinco presidentes en el 2001 cuando toda una Cámara de Diputados festejaba como un triunfo  ¡que no podríamos pagar nuestras deudas! Y brazos en alto vivábamos al presidente semanal  número tres (¿o era el cuarto?) que nos notificaba que  entrábamos en default internacional. Una derrota inmisericorde que transformábamos – vía el pensamiento mágico- en una victoria que  nos emocionaba, exultantes.  ¿Seguiremos burlándonos de los que hacen las cosas bien y a conciencia con esa sonrisa socarrona que cada vez más se parece a una mueca de resentimiento? ¿Empezaremos a respetar el talento y el esfuerzo, o seguiremos solidarizándonos con los peores para que no se noten nuestras carencias? ¿O seguiremos autoengañándonos sobre un futuro de grandeza que ya no es futuro ni es grande?

¿Cuándo empezó a joderse la Argentina? En el fondo muchos nos hacemos la misma pregunta angustiada que  Vargas Llosa le hace hacer a su personaje en su libro Conversación en La Catedral (1969) refiriéndose al Perú: “Zabalita, ¿cuándo empezó a joderse el Perú”.

Y dice algo que nos toca dolorosamente  cerca: “A  partir de ese centro corruptor que era el poder político, algo se envileció en la experiencia de toda una sociedad, de tal manera que la política se reflejó en cosas muy alejadas de ella, como la vida familiar, profesional y universitaria. No había vida cívica, todo lo que produjo una gran apatía y un gran cinismo en los ciudadanos”. Reconozcámolo: junto a la tolerancia a la corrupción hay una parte de nosotros que circula con moneda falsa, con una personalidad colectiva impostada que no es verdadera, pero que a fuerza de repetir las cosas uno se cree sus propias mentiras. Sin una humilde toma de conciencia colectiva, sin una voluntad nacional de salir de la crisis endémica no podremos transformar una sociedad fracasada en una sociedad de éxito. Una sociedad —aclarémoslo rápido no vaya a ser cosa que otra vez nos agrandemos— no de grandes éxitos (¡basta de grandilocuencia, por favor!), sino de pequeños logros cotidianos, diarios, pero que nos vayan transformando en un país vivible, justo, acogedor. Así como vamos, sin una gran circunspección nacional nunca llegaremos a constituir una nación, “un proyecto sugestivo de vida en común”, al decir de Ortega.

Acá les mostramos la historia de los últimos años (una historia hecha de pequeñas cosas, podría decirse una historia mirada por el ojo de la cerradura) para ver si ustedes, las jóvenes generaciones, pueden superar lo que nosotros no pudimos: una malsana inclinación al fracaso. Quizá podamos, como única y última posibilidad,   dejarles algunos acuerdos mínimos para no fastidiarles el futuro. Aunque dentro del mal diagnóstico del actual gobierno (aún con muchos funcionarios honestos y bienintencionado, todo hay que decirlo) está el descreer de los acuerdos políticos-sociales.

Les mostraremos cómo los malos o erróneos diagnósticos de distintos gobernantes han agravado la salud (ya de por sí grave) del paciente/país. ¿Todos se equivocaron? Hoy con testimonios, documentos, libros se puede reconstruir lo que pasó. Y eso es lo que se intenta. N  historia contrafáctica ni “que hubiera pasado si…”, simplemente poner la lupa en hechos históricos que modelaron el destino de dos o tres generaciones. Para saber qué nos pasó, cómo pasó y porqué pasó.

Recordaremos también las “avivadas” argentinas que -festejadas con una estúpida sonrisa socarrona-  nos han hecho daño. Y trataremos de vacunar a nuestros jóvenes contra los macanazos, camelos varios y embustes que se repiten. Para que los jóvenes pongan en discusión todo lo que hemos dicho. Y les recordaremos los locos peligrosos que se hicieron con poder por la desidia y al dejadez de mucha gente. Y junto a todo esto les daremos una visión descarnada de un movimiento peronista que nadie, ni los propios peronistas, entienden. Y que, lo probaremos, tampoco pudo alcanzar la misión para el que fue creado: instalar el Estado del Bienestar en la Argentina.Pasamos revista a los locos peligrosos con poder  que tuvimos que soportar.  Y por último nos adentramos en el enigma para propios y extraños: el enigma, la incógnita de la mitad del siglo XX y principios del XXI: el peronismo. Un peronismo que al igual que el país de los últimos sesenta años no fue.

El peronismo y el país: dos fracasos paralelos

Pocas veces un movimiento político, el peronismo, ha ofrecido tanta dificultad para su comprensión y estudio.En los últimos tiempos hay una profusión de estudios –nacionales y extranjeros– que tratan de descifrar el enigma de este peronismo, fascinante y extraño, que actúa en un país aún más extraño. Un peronismo vilipendiado, denigrado como no se veía desde los años de la Revolución Libertadora. Denigrados no los dirigentes que actuaron en nombre del peronismo y que contribuyeron a desprestigiarlo como lo fueron el menemismo y el kirchnerismo. No. El blanco es Perón, Eva Perón, el peronismo original, que fue precisamente el mejor dentro de su larga historia.

Todo esto en un país que pareciera que conspira contra sus propias posibilidades. Y un peronismo que siempre genera nuevas expectativas, muchas veces al poco tiempo o inmediatamente después de algún fracaso.Iniciamos  esta recorrida –y es si no es mucho pedir solicito que el lector me  siga hasta el final– por el movimiento político más fascinante, contradictorio y vital que ha tenido el país en toda su existencia. Y si no es mucho decir de América Latina. Para intentar una defensa del peronismo quizá sean ventajas estar lejos (lo que permite ver en perspectiva) y conocerlo desde Espero que el lector pueda apreciar que el libro está escrito, además de las pruebas que traigo, con “apasionada objetividad”.

Intentaremos probar –y es en cierta medida el eje central de este libro– que el destino incierto que siguió el peronismo golpeado  por los golpes de Estado de 1955 y 1976 signó también el destino del país, un país  “siempre promesa”, siempre empezando pero nunca concretando ningún proceso de desarrollo sostenido. El enigma del pero- nismo inconcluso corre paralelo al otro enigma: un país sin terminar, un país inacabado. Y que quizá ambas frustraciones –la del país y la del peronismo– no sean más que una sola y única frustración nacional. O como dice el escritor mexicano Carlos Fuentes (cuando la muerte de Tomás Eloy Martínez): un país latinoamericano autoengañado, que se imaginó europeo, racional, civilizado y un día amaneció sin ilusiones, tan latinoamericano como México o Venezuela, tan brutalmente salvaje como sus dictadores militares, tan brutalmente corrupto como sus políticos, tan ciego como todos ante las poblaciones de la miseria que fueron bajando hasta las avenidas porteñas, donde hoy recogen basura a la medianoche para comer. La riqueza de la cultura argentina contrasta con la pobreza de su vida política y económica, tal es el enigma de esa gran nación. (diario Clarín, 7/2/2010).

Pero en esto del autoengaño que tan bien percibe Fuentes hay que hacer una parada. La mayor parte de los argentinos, en especial de la clase media, son reacios a reconocer que somos un país fallido, un país que desperdició todas y cada una de las oportunidades que tuvo en los últimos 40 o 50 años. Generaciones enteras recuperarán jamás el tiempo perdido frente a otros países en la revolución política, social y económica que supondrá Internet y  el advenimiento del ciber ciudadano.

¿Cuándo se inició este proceso de caída libre?, si es que tiene un inicio más o menos preciso. Y qué tiene que ver el peronismo en este proceso de irreversible decadencia nacional es lo que  propone investigar  este libro. Lo cierto es que los argentinos vimos pasar de largo el tren  del Estado de Bienestar, un Estado de Bienestar que luego de dos guerras mundiales integró y desarrolló durante 50 años a países europeos destruidos por la contienda. Perdimos también el tren del boom de los recursos naturales: granos, carnes, energía barata, ingentes recursos humanos (que criminalmente dejábamos emigrar del país. Cuando no los expulsábamos). Y estamos a punto de dejar pasar la era de la globalización, la biotecnología. O la era de Internet. Los millones de chicos   argentinos por debajo de la línea de pobreza no alcanzarán jamás a los chicos del mundo desarrollado. Los condenamos a un papel marginal en el futuro de la humanidad.

El peronismo actual: un magma ni Partido ni Movimiento

Magma: Sustancia espesa que permanece después de exprimir las partes más fluidas.

¡Vaya si la dirigencia actual a exprimido el fluido vivificante que tenía el primer peronista!

Lábil: Poco estable que se transforma fácilmente. Pasamos sin sonrojarnos de “las relaciones carnales” con EEUU al coqueteo con los exgerrilleros montoneros y erp. Lo que viene luego del cruento golpe de Estado de Videla y cía. es un peronismo difuso, contradictorio, y que en más de una ocasión  ha perdido  el rumbo de lo que fue su impronta original. Luego de los golpes de estado de 1955 y 1976 (en ambos gobernaba el peronismo), y de la debacle electoral de 1983 (similar a la del 2015), se imponía una reflexión profunda de los dirigentes peronistas para saber, como dice el tango, “qué rumbo hay que tomar”.

Teníamos entonces -como ahora- dos desafíos urgentes:

  1. a) transformar un movimiento inorgánico y lábil, estructura movimientista que se justificaba en vida y con el liderazgo de Perón, en un partido moderno, democrático y horizontal, previsible y
  2. b) reformular los grandes objetivos del peronismo que habían sido imponer el Estado de Bienestar en sus trece años de gobierno (se incluyen los tres años de gobierno militar 1943/1946 influido por Perón).

Fracasamos en ambos intentos. Y de ahí fuimos a los tumbos. Hasta ahora. Aunque ganáramos elecciones. Hoy hay un gran cuestionamiento de muchos sectores no solo a los dirigentes actuales sino al peronismo, a todo el peronismo, incluido al de los primeros tiempos, y  como nunca se vuelve a un antiperonismo cerril, que nos señala como el culpable de todos los males. Es cierto que tenemos que hacer crítica y autocrítica de nuestra actuación de los últimos años. Por eso es mejor que lo hagamos nosotros antes que la hagan los demás, que si bien tienen todo el derecho de juzgarnos a veces ignoran la genesis de los problemas. Los dirigentes peronistas no podemos, ni debemos, hacernos los distraídos con el 30% de nuestra población inmersa en la pobreza o indigencia. Entretenidos en los juegos del poder olvidamos para qué fuimos creados:

No olvidemos que aquello que no se legisla explícita y taxativamente a favor del débil, queda legislado implícitamente a favor del poderoso. No es el poderoso quien necesita amparo legal. El tiene su ley en su propia fuerza. (Scalabrini Ortiz)

Es que leemos tan poco la historia de nuestros fundadores Por eso hablamos de reconstruir y no de renovar al peronismo. Porque si hay que transformar nuestra actual estructura pseudo legal del PJ oficial y tenemos que redefinir nuestras banderas, eso equivale a refundar o reconstruir el peronismo.

Por eso proponemos tres pasos para evitar la atomización definitiva, o la  division en innúmeros peronismos en ciernes o simplemente que la gente deje de votarnos y dejar de ser alternativa de gobierno creíble:

-crítica y autocrítica de nuestros errores

-depuración de padrones y reafiliación conservando los viejos afiliados su antigüedad

-elecciones internas en todo el país para elegir autoridades partidarias

(Los dos últimos reafiliación y elecciones internar controlados por la autoridad judicial electoral; por aquello de Perón: el hombre es bueno pero si se lo controla es major…).

Lo primero que no hicimos: contar con un Partido democrático, horizontal, previsible. Se lo intentó con la Renovación (1983/1987) que encabezaron Antonio Cafiero y Eduardo Duhalde. Pero –como decía Castiñeira de Dios, un conocido poeta peronista- “no cuajó”. La Renovación se quedó a mitad camino y hoy puede decirse que el peronismo no es ni un Movimiento, como en vida del líder y creador del movimiento, Juan Perón, ni un Partido político tradicional. Eso lo primero.

El  Partido politico en las democracias occidentales tiene como mision:

-seleccionar los candidatos que el Partido propone para cargos públicos del Estado cuando le toca gobernar.

-fijar el programa de gobierno a través de sus órganos deliberativos: el Congreso partidario; lo que Evita los bandazos ideológicos que pegó el Justicialismo con los gobiernos de Menem y Kirchner.

-juzgar la conducta de sus afiliados a través de denuncias de los propios afiliados y a través de un Tribunal de Disciplina

La Organización vence al tiempo, nos había alertado Perón y como dice irónicamente un escritor peronista, “el tiempo nos ganó por goleada”. Los movimientos gregarios mueren con su conductor, nos había dicho Perón, y si no se reemplaza esta conducción personal y carismática por una nueva, colectiva  y democrática, la organización está destinada a morir con su conductor. Nos lo había dicho. Pero leemos tan poco a Perón… Y menos lo seguimos. Toda organización lleva la impronta de su fundación y de sus fundadores. Creo que Perón siempre tuvo en mente la formación  movimientista por sobre la partidocrática. Pero eso fue útil mientras vivió Perón. Luego había que cambiar. Lo pedía el propio Perón: “Desde que caímos en 1955 he pensado en tratar de institucionalizar el  Movimiento hasta ahora absolutamente gregario, en una verdadera institución política, que no solamente se ocupe de la lucha política, sino también de la cultura política que nuestro país necesita” (Mensaje a los gobernadores de provincias, pronunciado el 2 de agosto de 1973 en la residencia presidencial de Olivos).

Los sindicatos fueron el eje sobre el cual se resistía a las dictaduras antiperonistas, y se organizaba el Movimiento y aún después de 1955 los sindicatos siguieron adhiriendo al peronismo. Después del golpe, el Movimiento siguió vivo en los sindicatos que siguieron siendo leales y pese a todos los intentos de destrucción, siguieron siendo peronistas. Luego del 55 los peronistas operaban en miles de redes clandestinas barriales o “grupos de trabajo”; así fue como la actividad política se estructuró en forma de movimiento poco menos que despreciando la forma partidocrática.

Pero después de la muerte de Perón y del golpe de 1976 y con la vuelta a la democracia el peronismo tuvo el desafío de pensar con qué organización partidaria enfrentar los nuevos tiempos que, entre otras cosas, había traído la primera derrota en elecciones nacionales en la historia moderna (1983). Surgió entonces una fuerte corriente renovadora que durante cuatro años (1983/1987) bregó por un cambio profundo en el Movimiento Justicialista en especial con la implantación de elecciones internas directas para elegir candidatos electivos y para discernir la propia conducción del Partido así como contar con órganos de contralor de los funcionarios peronistas, tribunal de disciplina, etc.

La Renovación tenía como objetivo establecer un régimen partidario interno estable basado en el modelo de los partidos de masas europeos; pero no se logró y en la práctica la organización del PJ nunca asimiló su realidad a los nuevos estatutos. Y muchos renovadores no se esforzaron demasiado en cambiar el modo de funcionamiento del PJ. Tampoco establecieron una relación clara y productiva con los sindicatos. Afirma Levinzky en su libro que según Chumbita el desplazamiento de la influencia sindical causado por los renovadores “fue demasiado lejos y se lo realizó sin construir canales alternativos de comunicación con los trabajadores. En su afán de echar a los matones, echaron también a los sindicalistas; al remover a la vieja guardia, excluyeron virtualmente a todo el movimiento obrero”. Según el sindicalista (fallecido) Roberto García: “No nos dimos cuenta que podíamos (se refería al sindicalismo en general) perder el enorme poder que habíamos tenido durante tanto tiempo. Así no nos preocupamos de crear nada que asegurase nuestra participa- ción futura como había sido el tercio y la participación sindical en el peronismo”.

La Renovación aprovechó, eso sí, su nueva autonomía respecto de los sindicatos para reformular su imagen y estrategia electoral; empezaron a usarse el marketing político, la televisión, las encuestas, la propaganda en medios masivos de comunicación. Ese lavado de cara no fue acompañado por un cambio ideológico ni organizativo del PJ. Sirvió para ganar elecciones pero trajo otros problemas desconocidos hasta entonces  como la ligazón entre política y negocios o la confusión entre actividad pública y negocios privados. Trajo, recordemos aquello de “sin plata no se puede hacer política”.Asimismo las elecciones intenas que fueron reguladas durante el período conducido por la Renovación, fueron muchas veces ignoradas y reemplazadas por “listas de unidad” impuestas por los jefes partidarios.

En  los   25   años  posteriores    a    la    muerte  de  Perón  y  más   de   una  década    después     del proceso de  la  Renovación,  la conducción partidaria nunca cambió sus dirigentes por medios estables   y   rutinarios. Rutinarios o estables quiere decir por medios propios y   previstos en los Estatutos del Partido (vencimiento del mandato, por renuncias, etc.). El cambio de autoridades partidarias dependió de otras circunstancias como el cambiode gobierno o de jefe en la conducción.-

LOS MALOS DIAGNÓSTICOS QUE ENFERMARON  AL PAÍS

Macri: miremos el futuro con optimismo

Cristina Kirchner: Vamos por Todo

Duhalde: Hice una promesa, de no presentarme

Reuteman: vi algo que no me gustó.

Menem: somos el primer mundo

Alfonsín: con la democracia se come, se educa

Videla: los desaparecidos no son no están

Montoneros: Firmenich, el poder brota de la boca de un fusil

Lanusse, A Perón no le da el cuero para volver

Revolución libertadora: desperonizar

Perón: A la Marina la corro con los bomberos

(Suma y sigue, el lector puede agregar su preferida).