Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Este poema de Antonio Machado pinta lo que ocurría en su época (la guerra civil), lo que había ocurrido antes en cien años de enfrentamientos y lo que, lamentablemente, mediocres dirigentes se empeñan en reproducir en la actualidad: las dos Españas enfrentadas con violencia. Bastó que Zapatero, presidente “por accidente” (fue presidente por el atentado que costó 200 muertos lo que impidió que ganara el PP), removiera las fosas de los muertos en la guerra civil, y se pusiera a hurgar en una historia dramática que los españoles habían dejado atrás en la Transición, para volver a un pasado que los españoles habían superado desde la Constitución de 1978. Una hoguera incipiente que pudo y debió apagar el timorato presidente Rajoy y no lo hizo. Derogando como primera medida una inicua ley de Memoria histórica del zapaterismo. Y ahora otro presidente ¿socialista? pirómano que remueve las cenizas en busca de algún rescoldo ardiente. Y el miedo vuelve a la gente. Hay una serie de pases diabólicos que, al conjuro, se están entrecruzando y que trae malos recuerdos: Un neo comunismo socio de Chávez y Maduro, financiado por Irán, que renace de la mano de Podemos. Un partido socialista que se aleja de su centro tradicional (Felipe González) y se escora a la extrema izquierda por cálculos electorales (Podemos le había sacado dos millones de votos y piensa que los va a recuperar endureciendo su discurso). Y completan esta alianza contra natura: las provincias vascongadas cada vez más en poder de los descendientes de ETA y los separatistas catalanes, cada vez más violentos y decididos a romper el estado. Y en el otro rincón un centro derecha cada vez más lábil y desorientado.
La exhumación del cadáver de Franco, la aparición hace unos días de un loco que dice que quería atentar contra el presidente Sánchez pero ¡pedía ayuda por Internet para hacerlo!, la contumacia de Sánchez de no llamar elecciones generales como había prometido, son todo consecuencias de este embate de esa alianza espuria (socialista-comunista-etarra-separatista) para asaltar el poder total.
El miedo a “las dos Españas”, al espíritu cainita ha vuelto; pero una parte importante de la población, primero inerte y azorada, está tomando conciencia del peligro de estos “locos del poder” y empiezan a movilizarse. No vaya a ser cosa que ¡otra vez!, casi sin darnos cuenta, se esté incubando aquella premonición de Machado: “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.