Es uno de los personajes más enigmáticos del momento. Ha criticado en sus libros y sus conferencias al capitalismo mundial, en especial la indefendible distribución de la riqueza que ya alcanza diferencias obscenas entre los que más ganan y los que menos. Y es también partidario de la tasa Tobin que es un impuesto a las transacciones financieras que circulan en el mundo. Impuesto que sería dedicado a “beneficios sociales”. O con la reciente propuesta de un impuesto a la riqueza excesiva. Propuestas con las cuales muchos estamos de acuerdo.
Sus fundadas críticas al capitalismo más el financiamiento de movimientos defensores de la “ideología de género” o la defensa de la inmigración en Europa han logrado que el pensamiento “políticamente correcto” (liberales de izquierda, marxismo cultural, medios de comunicación, partidos socialistas, etc.) lo acojan como uno de los suyos. Poco les importa que su fortuna haya sido forjada en la pura y dura especulación mundial. La conocida maniobra multimillonaria fue apostando (en realidad es un gran apostador) contra la debacle de la libra esterlina en aquel “miércoles negro” de 1992 lo que provocó la quiebra del Banco de Inglaterra. En esta “apuesta” el financista millonario progre se alzó con más de mil millones de libras esterlinas. Esta es una de las primeras paradojas del personaje Soros. Aprovecha económicamente los puntos flacos del capitalismo mientras al mismo tiempo pregona una crítica casi de izquierda contra el capitalismo. Crítica contra los excesos del capitalismo con las que no se puede menos que estar de acuerdo.
Pero se están haciendo oír voces discordantes. Soros, rompiendo España, de Juan Castro y Aurora Ferrer, es una de esas voces de alerta contra el magnate a quien acusan, en el caso concreto de España, de fomentar el independentismo catalán y vasco, así como fomentar a las fuerzas de izquierda y la inmigración ilegal. Afirman, y ofrecen pruebas, de que ha financiado también al movimiento de los indignados del 15M en Madrid que dio origen al movimiento procomunista Podemos que estuvo a punto de desbancar al Partido Socialista y hacerse con el gobierno de España. Además de su vinculación con el periódico El País y la televisión catalana TV3. Fragmentar España, si triunfa el independentismo, es fragmentar Europa. España dividida en tres o cuatro partes sumado el Brexit daría otra geopolítica mundial. También se lo acusa de fomentar la inmigración ilegal en Europa siempre a través de ONG,s internacionales que dependen del entramado de Soros.
Open Society Foundations es la organización madre que reparte millones y de la cual dependen otras como Open Armas, Oxfam, Human Rights Watch y muchas, muchísimas más y que son las cabeza de playa regadas con el financiamiento de Soros.
A través de estas ONG,s y de los medios de comunicación propios más algunas universidades financiadas por Soros se estaría gestando un proyecto de alcance mundial, denuncian.
David Horowitz (El partido de las sombras) afirma que el multimillonario Soros y los radicales de la década de los 60,s se apoderaron del Partido Demócrata de los EEUU financiando, entre otras cosas, la campaña de Obama y acompañando y financiando luego las operaciones internacionales que se desarrollaron durante su mandato. También se lo acusa de financiar lo que se llamó “las revoluciones de color” en los países árabes.
Personalmente siempre fui reacio a creer en proyectos de dominación mundial. He pasado de oír y creer en proyectos de dominación mundial (secretos y sectarios) como el Plan Andiña o los protocolos de los sabios de Sion, sobre la dominación judía, o Los Iluminati o los Masones o la Sinarquía Internacional. Se podrá decir que tanto Rusia como los EEUU tuvieron en la posguerra proyectos imperialistas. Pero no tenían nada de secreto para iniciados. Era proyectos de poder emanados de un centro político-militar: los EEUU y Rusia (después China). Pero esto de Soros parece, según las publicaciones que están apareciendo en muchas partes, otra cosa. Al menos original. Porque hay un discurso progresista democrático por una parte pero una acción financiera y mediática de poder absoluto por la otra. Y no hay un centro de poder. Es una trama en red.
En fin, aunque uno sea reacio a creer en semejante intento de poder absoluto no puede evitar que le suene una campanita que tamborillea dentro y le recuerde: “oye, en la crisis de la libra esterlina Soros ganó más de mil millones de libras, ¿tienes idea de lo que se puede hacer con una mínima parte de esto?”. Pero a continuación del desánimo por tamaño intento de poder mundial la misma campanita le recuerda a uno que ha escrito bastante sobre el cambio en el poder y que ha tratado de probar que con el advenimiento del ciberciudadano (la revolución del hombre aislado por Internet) cambiará el poder político, económico y social; aún de los más poderosos como Soros; y entonces uno recobra el aliento.