El exorcismo de Argentina

Acta de exorcismo de la república

En el mes de la Santísima Trinidad y la Santa Eulalia del año santo se formaliza la presente acta para dar cuenta de las oraciones que hemos vertido para liberar del demonio a la República Argentina conforme nos lo solicita el egregio profesor don E.P.R , profesional médico psiquiatra de nuestro conocimiento y que ha jurado guardar el secreto de estas actuaciones, y que da por probado que no hay solución para la república más que por nuestra participación religiosa. Luego de purificar con óleo sagrado los dos trozos de argentinidad que se nos presenta y pronunciar las diversas oraciones que da cuenta el ritual dejamos constancia de que:

Primero: El exorcismo privado puede ser hecho por laicos. Como será este caso. El papa sugirió a los obispos «velar para que personas no autorizadas no orienten reuniones en las que se ore para expulsar al demonio». Por eso nosotros asistimos al egregio profesor en este exorcismo privado que él hará.

Segundo: El exorcismo privado no tiene ritual. En el público, el sacerdote unge con óleo al afectado, lo rocía con agua bendita y recita oraciones.
Tercero: Para detectar si las personas que dicen estar atormentadas por los demonios no sufren una enfermedad psicológica, los exorcistas entrevistan gente, solicitan estudios médicos e incluso psicológicos o psiquiátricos. Los curas deben descartar que no se trate de una histeria (histeria colectiva en este caso), una psicosis, una esquizofrenia u otra patología que afecte a todos los habitantes de este país. Por tanto, asumimos el diagnóstico del egregio profesor P.R quien afirma que efectuados todos los estudios pertinentes, se concluye que el demonio ha tomado posesión de vastos sectores del país —en especial, la ciudad de Buenos Aires— y que solo puede liberarse de los demonios a la república mediante este exorcismo.
Cuarto: Le hacemos saber al egregio profesor exorcista que la Iglesia sugiere que los síntomas de una intervención diabólica que habilita a un cura a practicar un exorcismo son:

—La aversión vehemente del afectado a Dios, la Virgen, los santos, la cruz y otros símbolos sagrados: lo da por probado, aquí todos blasfeman, dice. Traen unos escritos de un periodista Verbitsky.

—Que hable en lenguas desconocidas: lo damos por probado, en Argentina nadie se entiende. Parece que sus habitantes  hablaran distintas lenguas. O fueran sordo (aquí los sacerdotes citan a San Agustín:”todo está dicho ya pero como nadie oye hay que volver a repetir lo mismo siempre”).

—Que localice objetos escondidos o distantes: el profesor habla de algunas cuentas en suiza. No entendemos lo que quiere decir el profesor, pero también da por probado este requisito.

—Que demuestre una fuerza superior a su contextura física: nada que opinar.

Asegura el profesor con pruebas escritas que todos estos males se dan en la república (más los que se describen más abajo) por lo cual decidió este ritual.
Quinto: Le hacemos saber al profesor exorcista que entre los remedios, el ritual del Vaticano describe los sacramentales (aceite, agua bendita, la cruz), así como la confesión, la comunión, la oración y el ayuno, los nombres de Jesús y María y el exorcismo. Que tomamos la actualización de 1999 del ritual usado   desde 1614 y que el año pasado  asistimos a la Pontificia Universidad de Roma a un curso para sacerdotes exorcistas.

Sexto: Que además de las oraciones de los suscriptos se deja que sea el egregio profesor exorcista quien diga las oraciones y los pases que considere aplicables sobre los objetos simbólicos a sanar. La oración que el exorcisante ha elegido fue la siguiente:

Te ordeno y mando (en este acto el exorcista profesor P.R se rectifica, dice que eso de “ordeno y mando” suena a militar, “milico”, dijo en realidad). Le explicamos que el exorcista debe dar órdenes a los demonios para que abandonen el cuerpo (“Si fuera tan fácil”, murmura el exorcista). Recomienza el egregio profesor exorcista al cual asistimos:

Amado país, hago esta oración para que seas liberado de brujos, magos, delincuentes y chantapufis varios (“¿No tiene otra palabra?”, se le preguntó al exorcista) que te han embrujado y asolado en tu faz y tu corazón. Hago este conjuro para liberarte de cualquier sortilegio, maleficio o ceremonia demoníaca que te hayan hecho y que te impide ser feliz. En presencia de estas sagradas cenizas y del trocito del gorro frigio te suplico: libérate de tus demonios, serás lo que debas ser o no serás nada. No fuiste nada hasta ahora, pero bueno….para eso hago este exorcismo, al fin y al cabo cincuenta años de penurias y pobreza e inflación, y afanos (en este acto los sacerdotes tuvimos que parar la ceremonia ya que no entendimos lo que dijo el exorcista con eso de “afano”), de desfalcos a la fe pública (corrigió), cincuenta años digo, pudieron aguantarse, pero ¡basta ya! ¡Fuera demonios colectivos! , en fin, querida patria, termino esta ceremonia derramando sobre ti este óleo sagrado de Samuel (en este acto el exorcista tomó una aceitera con óleo sagrado y la agitó por todo el cuarto. Estaba en trance. Nos embadurnó a todos los sacerdotes, pero es el precio de tan magna ceremonia).Fin de la ceremonia. Firmamos los comparecientes.

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