La revolución educativa

Diversos autores auguran una revolución educativa. Entre otros Andrés Oppenheimer, Jeremy Rifkin o Harari. El poder, muchas veces autoritarismo, de la enseñanza tradicional también está en cuestión. El aula colaborativa global es ya una realidad. Desde hace algún tiempo, la Escuela de Negocios de Harvard quiere situarse también en primera posición en cuanto a la aplicación de las nuevas tecnologías de la comunicación en la docencia. El resultado de esta apuesta es una clase virtual que supone un despliegue de medios más habitual en un show televisivo de prime time que en una institución universitaria. Hasta 60 estudiantes pueden asistir a las clases desde cualquier lugar del mundo como si estuvieran en el edificio de la HBX, mientras que en el espacio en que se desarrollan las presentaciones un equipo compuesto por varias cámaras (un operador, cámara al hombro, sigue todo el tiempo al profesor para captar sus movimientos) permite no perderse ningún detalle de la clase. El profesor ve en todo momento a sus alumnos, desplegados sobre un gigantesco videowall con imágenes en alta resolución, y pueden interactuar entre ellos, dando como resultado una experiencia casi idéntica a si estuvieran en el mismo espacio.

Esto es una pequeña muestra del cambio que se avecina en los próximos años en el ámbito educativo. Para el cambio de paradigma que auguramos en la nueva era y en la decisiva participación del ciudadano a través de la red, la educación y el achicamiento de la brecha educativa serán imprescindibles; así como el acceso a una cultura política, ecológica, y económica a la cual, lamentablemente, la gran mayoría de la población hasta hoy no tuvo acceso. Ingentes masas son pauperizadas para luego ser manipuladas por el poder. Clientelismo puro y duro. La educación tradicional llega tarde, muy tarde, para esa gente presionada entre la miseria y el fanatismo de sus jefes. De ahí la importancia de las reformas educativas en ciernes, en especial la educación a distancia.

En 2011 Sebastián Thrun, profesor de la Universidad de Stanford daba cursos presenciales sobre inteligencia artificial en la universidad. En el curso presencial solían matricularse unos 200 estudiantes. Aceptó a regañadientes dictar el curso por Internet. La sorpresa de Thrun es que en el momento de iniciar el curso se encontró con ¡160 000! alumnos inscriptos de todo el mundo. Veintitrés mil de los alumnos terminaron el curso y obtuvieron el diploma. ¡Las magnitudes del cambio son impresionantes!

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